La globalización, como fenómeno de marcado carácter económico, ha modificado las intenciones del consumo y las necesidades del consumidor. No sólo se compra aquello que por su utilidad es requerido, sino también las mercancías que por su valor en cuanto a marca simbolizan un específico estatus o estilo de vida. Semejante estado de bienestar ha tenido sus particulares manifestaciones, como las grandes superficies o los shopping malls, donde los asistentes, jóvenes en su mayoría, encuentran una nueva forma de interacción y construcción de ciudadanía, y donde ver y dejarse ver es la estrategia. Este panorama adopta características diferentes en entornos como el venezolano, cuya prolongada crisis económica ha hecho mella en la capacidad de consumo. No obstante, los consumidores en situación de crisis buscan la forma de solventar sus necesidades, puesto que en los tiempos globales, no consumir es una manifestación de exclusión social que adopta incluso ribetes políticos.