En el imaginario de los ciudadanos la palabra cultura suele asociarse a las obras artísticas que muestran un sentimiento, pensamiento o reflexión de un autor, o también a aquellas en las cuales se observa algún rasgo propio de un pueblo. Otros conceptos amplían su ámbito e incluyen en el vocablo cultura a todas las manifestaciones del ser humano. También otros pensamientos le atribuyen a los bienes y servicios culturales el poder de ser elementos de cohesión social. El presente trabajo trae a colación la certeza de que la cultura, además de las anteriores concepciones, tiene una estrecha vinculación con la economía, puesto que los bienes y servicios culturales (por ejemplo, los libros, discos, espectáculos y productos mediáticos, entre otros)se transan en un sociedad monetarizada. En el mercado de los bienes y servicios culturales, al igual que en otros mercados, hay costos, productores, distribuidores y consumidores. Claro que en el caso de la cultura, por su connotación simbólica y su construcción de sentido, también se toman en cuenta otros aspectos como la intervención pública en su promoción y difusión, su impacto económico, o la relación entre cultura y desarrollo. En todo este análisis queda abierta una pregunta de fondo entre muchas otras: ¿obtiene beneficios sociales el Estado al invertir en un bien intangible como la cultura? Guzmán Cárdenas hace un repaso de varios autores de diferentes latitudes y las diversas opiniones sobre el tema