El problema de la objetividad en la información periodística, alcanza por lo menos cuatro dimensiones para reflexionar y analizar: una filósofica-existencial, psicológica-perceptual, ideológica-política y una económica-empresarial, las cuales pierden jerarquía ante la posibilidad de libertad de expresión en un estado totalitario o de dictadura militar. Una vertiente importante en la objetividad de la información surge a partir de las consideraciones éticas que se plantean en torno a la filosofía, en donde el problema de la objetividad no se plantea para la corriente materialista. Periódicamente, se llega a considerar como un mandato ético-moral el hecho de ser objetivo en la redacción de la noticia. La objetividad en el periodismo equivale de alguna manera a decir la verdad. Además otorga la posibilidad de considerar que se puede confiar en la imparcialidad de la noticia que nos está llegando: el periodismo que hace este medio es objetivo , se dice mientras se le vende una mentira al perceptor, aceptando esta venta con cierta facilidad. El primer interesado en creer en la objetividad del medio es el propio usuario, quien se tranquiliza y confía en que conoce la verdad aproximada de lo que ocurrió. Las conclusiones señalan que la noción de objetividad, que se basó en la doctrina de la objetividad, no fue más que una forma manipuladora de ocultar al público los verdaderos sentimientos y situaciones por los que pasa el reportero-periodista, cuando produce la información-comunicación.